Una novela fresca y tierna que demuestra que no hay suficientes datos en el mundo que puedan predecir qué hará que un corazón se enamore.
Unos personajes adorables con los que conectas desde el primer momento.
Una historia original que trata temas tan profundos como las relaciones, el amor y el sexo, entre personas complejas como un gigoló y una chica con Asperger.
Stella Lane cree que las matemáticas son lo único que funciona en el universo. Utiliza algoritmos para predecir compras, un trabajo que le ha proporcionado más dinero del que sabe gastar y menos experiencia en el apartado …
Una novela fresca y tierna que demuestra que no hay suficientes datos en el mundo que puedan predecir qué hará que un corazón se enamore.
Unos personajes adorables con los que conectas desde el primer momento.
Una historia original que trata temas tan profundos como las relaciones, el amor y el sexo, entre personas complejas como un gigoló y una chica con Asperger.
Stella Lane cree que las matemáticas son lo único que funciona en el universo. Utiliza algoritmos para predecir compras, un trabajo que le ha proporcionado más dinero del que sabe gastar y menos experiencia en el apartado de las citas que la media de cualquier treintañera. No le ayuda tener Asperger y que besar le recuerde a un pez piloto limpiando los dientes de un tiburón. Por eso contrata al despampanante gigoló Michael Phan. Mitad sueco, mitad vietnamita, Michael no puede rechazar la oferta de Stella y accede a ayudarla y rellenar todas las casillas de su plan de lecciones amorosas, desde el juego previo hasta más allá de la postura del misionero... Stella no solo aprende a apreciar los besos de Michael sino a anhelar el resto de sensaciones que le provoca. Pronto su asociación sin sentido empieza a cobrarlo y el patrón que Stella descubre la convence de que el amor es la mejor clase de lógica.
Helen Hoang es esa persona tímida que nunca habla. Hasta que lo hace. Y, en ese momento, las peores cosas salen de su boca. Leyó su primera novela romántica en segundo de secundaria y no ha parado desde entonces. En 2016, le diagnosticaron un trastorno del espectro autista, en consonancia con lo que antes se conocía como Síndrome de Asperger. Su experiencia inspiró “La ecuación del amor”. En la actualidad, vive en San Diego, California, con su marido, sus dos hijos y un pez por mascota.
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